Las alteraciones del sueño son muy frecuentes en niños con trastornos del neurodesarrollo como el autismo. Un mal dormir puede tener efectos perjudiciales en los PROCESOS COGNITIVOS, ATENCIÓN, MEMORIA, LENGUAJE Y REGULACIÓN DEL ESTADO DE ÁNIMO Y COMPORTAMIENTO.
Muchas personas con autismo tienen dificultades para procesar correctamente la información sensorial que les llega tanto del ambiente como de su propio cuerpo. Pues bien, este procesamiento se produce durante todas las horas del día, incluidas aquellas en las que nos encontramos durmiendo, por lo que según cómo perciba las sensaciones la persona con autismo, estas pueden impactar sobre el sueño, provocando despertares nocturnos o una mala conciliación del mismo.
Se encuentra en estudio la hipótesis que las alteraciones del sueño que sufren los niños con autismo se debe a una relación entre los mecánicos normales fisiológicos (elaboración de melatonina), el reloj circadianos y los hábitos para conciliar el sueño. Es decir que no solo el problema de la conciliación del sueño es una cuestión de organización familiar y de hábitos sino que se considera que tiene un componente biológico en dónde la elaboración de melatonina y reloj circadianos no trabajan en conjunto.
Se considera que identificar los factores ambientales, genéticos del sueño y factores de riesgo facilita una mayor atención sobre las implicaciones que pueden ayudar a una detección precoz. Llegar a la raíz del problema puede mejorar la conducta diurna y el aprovechamiento de las terapias. Por esto mismo se recomienda una evaluación temprana y rutinaria del sueño en niños con autismo ya que podría ayudar tanto a los niños como a sus padres.
- Establecer y mantener adecuados hábitos de sueño: Intentar en la medida de lo posible, que la rutina para ir a la cama sea lo más sencilla y fija posible, de esta manera logramos una fácil anticipación de los pasos de la misma. Además, evitar hábitos innecesarios como la compañía del adulto, dormir en la cama de los padres primero y después pasarlo a su cama…
-Eliminar las siestas durante el día, principalmente entre semana a partir de determinada edad: Se aconseja que a partir de los 3-4 años de edad y según las características del niño, se vayan suprimiendo poco a poco los tiempos de siesta ya que a veces también pueden estar interfiriendo en el sueño de la noche.
- Evitar actividades muy estimulantes o juegos muy motivantes unas horas antes de ir a dormir: Hoy en día, es muy común que los niños terminen el día jugando con la tablet, viendo la televisión o realizando algún juego en ese periodo de “Tiempo libre” entre la cena y el ir a dormir. Evitar aquellos que sobreexcitan al niño o que se realicen justo antes de irse a dormir, sin el tiempo adecuado para volver a regular toda esa carga emocional que les genera.
- Adaptar las condiciones estimulares o información del ambiente a las necesidades del niño: aquí es donde entra en juego el procesamiento sensorial, y es muy importante que seamos conscientes de todos los estímulos que el niño puede percibir desde su cama, ya que puede que alguno de ellos esté causando que no consiga conciliar el sueño o se despierte en mitad de la noche. Alguno a los que debemos atender son: Posibles ruidos: sonido de ventiladores o lámparas ventilador durante el verano, ruido de radiadores, crujidos de ventanas… En general, sonidos y ruidos que para los demás de la casa son casi imperceptibles o que logramos inhibir sin dificultad, pueden resultar realmente desagradables para una persona con autismo.
Luces: lámparas de noche, luz del antimosquitos, luces de juguetes que se quedan encendidos sin darnos cuenta…
Tacto: tener en cuenta tanto el textil de la cama (sábanas, colchas, almohada, cojín…) como del pijama o los peluches que puedan tener a su alrededor. Cuando la persona con autismo tiene una sobre respuesta a la información táctil, muchas de las sensaciones que les llegan de la ropa de cama o pijama les puede resultar tan molesto que no les permiten conciliar el sueño. Generalmente en estos casos, los niños tienden a quitarse durante la noche el pijama o amanecen muy irritables, con las sábanas revueltas.
-Proporcionar información propioceptiva antes de dormir o durante la noche: Para aquellos niños que, por norma general, tienen un alto nivel de actividad y por mucho ejercicio físico que realicen durante el día, llegan a casa y siguen corriendo y saltando sin parar. Establecer rutinas de juegos que sean tranquilos y que les proporcionen buena cantidad de información propioceptiva, como puede ser hacer masajes con vibración, dar presión firme con un masajeador o incluso una pelota por todo el cuerpo y que sea el niño quien vaya indicando por dónde o adivine qué elemento estás usando para dar la presión o masaje.
Como sabemos, el sistema propioceptivo es el sistema regulador por excelencia, por ello, podemos usarlo para calmar el nivel de actividad y ayudar al niño a que se vaya más relajado a la cama. También, se pueden arropar con colchas y edredones más grueso o con más peso, para que se proporcione propiocepción repartida por todo el cuerpo y durante toda la noche.
-Imagenes de Freekip-
Fuente: Mulas, F., Rojas, M., & Gandía, R. (2019). Sueño en los trastornos del neurodesarrollo, déficit de atención e hiperactividad y en el espectro autista. MEDICINA (Buenos Aires), 79(Supl III), 33-36.