Lo primero a tener en cuenta es la textura de los alimentos. Muchos niños/as rechazan ciertos alimentos debido a cómo se sienten en la boca. Por eso, es útil adaptar las recetas de acuerdo a las preferencias sensoriales del niño/a. Por ejemplo, si no tolera las texturas crocantes, podemos optar por alimentos más suaves o triturados. Al mismo tiempo, es importante ir introduciendo gradualmente variaciones mínimas en las texturas, para que el/la niño/a pueda ir ampliando su tolerancia sin sentirse abrumado.
Otro aspecto clave es el SABOR. Algunos/as niños/as suelen preferir sabores simples y familiares. Evitar condimentos muy fuertes o sabores intensos en un principio puede ser una buena estrategia. En su lugar, es recomendable ofrecer alimentos con sabores suaves y conocidos, e ir introduciendo poco a poco nuevos sabores en pequeñas cantidades o mezclados con aquellos que el/la niño/a ya acepta. Este enfoque progresivo permite que el/la niño/a explore nuevos gustos sin sentir que se le está imponiendo algo desconocido o incómodo.
La presentación de la comida también juega un rol importante. Los/las niños/as pueden sentirse abrumados al ver platos demasiado llenos o con alimentos que no les resultan familiares. Una buena práctica es presentar porciones pequeñas, separadas en el plato para que no se mezclen. Usar platos o utensilios que al niño/a le resulten agradables o familiares puede hacer que el momento de la comida sea más atractivo.
Además, es crucial involucrar al niño/a en la preparación de las recetas, siempre que sea posible. Cuando los/as niños/as participan en la cocina, tienen más control sobre lo que están por comer, lo que puede reducir la resistencia a probar nuevos alimentos. Pedirles que elijan algunos ingredientes o que realicen tareas sencillas, como lavar frutas o mezclar ingredientes, no solo les da un sentido de participación, sino que también puede despertar su curiosidad por probar lo que ayudaron a preparar.
Finalmente, es fundamental respetar los tiempos del niño/a. La introducción de nuevos alimentos debe hacerse de manera gradual, sin forzar ni apurar. La presión excesiva sólo aumenta la ansiedad y refuerza el rechazo. En su lugar, es importante celebrar los pequeños avances, como tocar un alimento nuevo o probar un bocado, aunque sea mínimo.
El juego interactivo también puede ser una forma eficaz de introducir nuevos alimentos. Actividades como juegos de mesa o aplicaciones interactivas relacionadas con la alimentación pueden ayudar a educar sobre los beneficios de una alimentación equilibrada de manera entretenida.
El juego con familiares y amigos puede proporcionar un entorno de apoyo y modelado positivo. Las comidas en grupo, donde juegan con alimentos de manera creativa o participan en actividades relacionadas con la comida, pueden ayudar a normalizar la experiencia y hacer que el/la niño/a se sienta más cómodo.
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