En este pequeño post, vamos a compartirles un hermoso testimonio de " NICOTIN" , pacientito de Portal Miró.
Llegamos a Portal Miró cuando Nicotin tenía 2 años y 8 meses, su tratamiento comenzó en el espacio de musicoterapia, espacio al que ingresaba llorando, su terapeuta me comentaba que solo deambulaba y todo lo tiraba, nada se sostenía en sus manos.
Al comienzo, para el niño alejarse de su mamá suponía una crisis de angustia, evitaba el contacto físico y visual con los demás y cuando entraba acompañado al consultorio, desestimaba la presencia de nosotros (los terapeutas), así mismo su mamá vivía esta separación estando en sala de espera, con angustia.
El trabajo a realizar fue desde una visión integral, comprendiendo que se debía intervenir tanto en el paciente, como en espacios de orientación a padres. Entonces el inicio del tratamiento se orientó a conocer la historia de la familia y comprender su dinámica, generando poco a poco un vínculo transferencial que les permitiera confiar en el equipo y en las intervenciones que íbamos a brindar. Desde el ingreso del niño al consultorio, logrando que su mamá se quedara en sala de espera y entendiera que la angustia de su hijo iba a disminuir con los recursos aportados para trabajar en el hogar, se empezó a construir la relación entre terapeutas y padres.
Con Nicotin dentro de las sesiones se trabajó, en principio, en construir un vínculo positivo, lograr una mayor independencia y autonomía, generando la separación necesaria del apego que había formado con su mamá, para luego explorar sus gustos e intereses, pudiendo descubrir cuáles eran los elementos que lo convocaban dentro del espacio. Una vez que logró permanecer en la institución sin dificultades y de forma autónoma, se empezó a evidenciar que no jugaba con los juguetes, sino que su intercambio con los mismos era exploratorio, tirándolos y desordenando todos los objetos del lugar. De a poco se fue trabajando con los diferentes estímulos, entendiendo cuáles eran convocantes para Nicotin, cuales lo desorganizaban, la necesidad de introducir pocos juguetes y así favorecer un intercambio más enriquecedor con los mismos. Las intervenciones fueron llevándose a cabo de manera progresiva, permitiendo que el niño se adaptara a nuestra presencia para luego poder cambiar objetivos de la actividad lúdica, intervenir de forma continua y compartir dinámicas de manera conjunta. En relación a su conducta, el foco se situó en buscar y comprender qué comportamientos de su familia operaban como reforzadores, logrando que las crisis, llantos y enojos terminaran por repetirse de forma continua.
Llegué con miedo, pero fui tomando lo que me indicaban, asi aprendi a poner límites, y que el NO es NO, antes con tal de que no llore o no se pegue era flexible, hoy si bien no le gusta que le digan que NO puede tolerarlo de una mejor manera. Nos enseñaron a anticipar y eso nos funciona muy bien. Su psicóloga nos dice que somos papás que preguntamos, escuchamos y ponemos en práctica.
Se generaron espacios de escucha e intercambio con sus padres, pudiendo explicarles la importancia de los límites, comprendiendo lo que les ocurría frente a los mismos y brindando orientaciones para ir gestando un cambio en las conductas disruptivas de su hijo.
Actualmente, Nicolas ingresa al consultorio sin inconvenientes y tomando nuestra mano, acepta los límites, permite nuestras intervenciones y genera juegos simbólicos de gran riqueza subjetiva. Sus tiempos de espera, tolerancia a la frustración y flexibilidad se han incrementado, pudiendo resolver situaciones de manera asertiva. A nivel comunicacional, hay un mayor repertorio de palabras y su lenguaje es funcional, pudiéndose expresar y dejar en claro sus deseos o necesidades.
Estaba desesperada por conseguir espacio de fonoaudiología, hasta que entendí que en principio había que trabajar otras cuestiones; hoy Nico tiene fonoaudiología pero logra sentarse en una silla, prestar atención y sostener la mirada, acá me dijeron que desde otras áreas había que trabajar su disciplina, tiempos de espera, turnos, contacto visual, intención comunicativa, para luego trabajar en el lenguaje.
Fue un gran equipo el que se formó con la familia y el paciente, recorriendo un camino lleno de aprendizaje, entendiendo y enfrentando miedos, dirimiendo dudas, utilizando la escucha activa y la empatía para brindar los recursos idóneos a la situación. Sus padres se mostraron sumamente flexibles y nos permitieron trabajar con ellos durante todo el tratamiento, dándonos un lugar y siendo honestos frente a las emociones que iban experimentando en los distintos momentos del mismo.
Se nota mucho el cambio que hizo en lo social, antes sólo se vinculaba con padres y abuelos y prefería no saludar ni relacionarse con nadie, llegando incluso a pegarme frente a estas demandas. A casi un año de tratamiento registra a otros, saluda, reconoce a sus terapuetas, dice “hello”, “chau” y cambió el puño por un abrazo. Nico creció mucho, dejó los pañales, eso lo trabajamos con pictogramas, también sabe esperar, toma colores, pinta, juega con masas, cosas que antes no hacía. Su juego era solitario, ahora puede jugar solo, pero también lo hace con sus pares y con los terapeutas. ESTAMOS MUY AGRADECIDOS…
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